DIA DE MUERTOS 2006 (MIGUEL MOURIÑO)

NOSOTROS SOMOS LOS DUEÑOS DE LA NOCHE

Nosotros somos los dueños de la noche
los indulgentes soñadores
que en el dintel de la esperanza
devoramos vivaces las estrellas
bebemos embelesados
el murmullo de los grillos
y nos emborrachamos
con las alcoholescentes
carcajadas de la luna

Nosotros somos los dueños de la noche
los ladrones impunes
del argénteo destello de Artemisa
los coronados emperadores
de las sombras
los dueños del obscuro manto de Osiris
la gracia del sempiterno siniestre.

Nosotros somos los dueños de la noche
los fantasmas que divagan
trashumantes
en vigilia
que velamos el sueño de los duendes
los que pintamos en el telón opaco del cielo
miles de luceros cintilantes
somos quienes acusan el llanto de Selene
cuando la madrugada despunta
entre un río de malva sangre del horizonte
herido del candor de la mañana

Somos los dueños de la noche
sus versarios enamorados
sus admirados cronistas
los que montamos
sobre las alas de los murciélagos
los que copulamos
a la luz de las farolas
con las nocturnas mariposas
los que arrastramos las piedras
con dedos torpes y ciegos
los incansables pensadores
del limbo penumbral
los que cantamos a Asrael
los que escribimos
con el limo verde
sobre las paredes húmedas de la cueva
gruta de insolente obscuridad
que nos da lo mismo
lo mismo
lo mismo

Nosotros somos los dueños de la noche
testigos de sus intermitentes silencios
del ulular estremecedor del viento
del desfile incansable de los muertos
que vuelven a obscuras
a beber del pozo de los sueños
sedientos
con la boca seca y los dientes
podridos y verdes

Somos los condenados a parir
los dolorosos segundos
de una soledad
que impía
se vuelve horas
horas largas y obscuras
obscuras
invidentes
nocturnas
opacas
y frías…

Nosotros somos los dueños de la noche
implacables veladores del silencio
amantes del sempiterno y acre sueño
del vacío nocturno
que provoca la ausencia de la luz
los desvelados
los impacientes bebedores del rocío
los que comemos los pétalos
caídos de las rosas
los que nos arrastramos
casi en silencio
los que nos escondemos
bajo las piedras
cuando llega la mañana incandescente

Somos los siniestros veleros de la obscuridad
las cuencas oscuras y vacías
del rostro de Caronte
la gruta bestial que es la garganta encolmillada
del can Cerbero

La espiral hacia la nada
la descarnada calavera
de la tarde agonizante
el cadáver macilento
de lo que fue un soleado día

Somos la turbiedad del agua
el obscuro fondo de las cosas
la sombra
el trasgo ausente
que se extiende largo hacía el vacío
el pozo sin agua
obscuro el fondo
el profundo sino
la grupa del caballo negro de la muerte

Nosotros somos los dueños de la noche
los no tiempo
los no agua
los no viento
los no hombres
los que no tenemos alma
los caídos
los que habitamos el suelo
los sueños perdidos
los viscosos insectos
sin ojos
sin dientes
sin manos
sin sexo
sin pan
sin nada


Somos la sima del olvido
el lamento más triste
la calumnia insidiosa de lo creado
el vacío insondable del miedo
la tristeza ululante del viento nocturno

Somos el lamento que canta la lechuza

Nuestra voz entona el himno de la muerte

Somos la frase hueca
el tronco cercenado
la raíz más profunda
el lodo del fondo
la palidez de la ciénaga
el filo helado de la guadaña
que destella con la luz
de los ojos moribundos
que miran el rostro descarnado de la parca

Somos la agonizante luz
que se extingue
sobre la piel de los montes
la ecuánime dulzura de la negra noche
por que somos sus dueños
por que la noche nos pertenece
como la tierra a la Luna
y la luna al Sol

Como la obscuridad que nos parió
doliente
con las piernas abiertas
a horcajadas
sobre el mundo de los sueños…

Nosotros somos los de la negra sangre…

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