Poesìa de Rodrigo Alemany


Las dos embarcaciones


Los continentes son embarcaciones gigantescas. Navíos hechos con madera antigua, ahuecados, pulidos, ensamblados con el tiempo y el esfuerzo de generaciones enteras. Es un poco difícil definir sus contornos, pero existen. Alguno de sus marineros planta la cabeza arriba, hacia las nubes, y distingue sin asomo de duda, el movimiento del maderamen. Los mástiles sirven de aposento a la expresión diversa del color y la forma de las manos. Semejantes a enhiestas torres, labradas con amor y furor mezclados, sirven de piezas ancestrales, luciérnagas que avivan las navegaciones de los continentes.

Cada embarcación tiene su reflejo, una bullente, llena de actividad, congrega al mundo con sus faenas y sus funcionarios, sus escuelas, sus ambulancias, sus centros de esparcimiento, sus mercados. Otra parte de la misma, o por qué no decirlo, su reflejo, se ve impulsada por el soplo de nuestros antepasados. Sobre la superficie navegan dos embarcaciones unidas por un punto de vista.

En la proa visible del continente una mujer con tersos labios muerde pedacitos de brisa, al tiempo que un pez volador se esconde en su pecho. La marinería no desiste del diario trajín, movimiento parecido a un mercado naciente al borde de la bahía. La marinería canta, mientras la parte invisible realiza sendos encuentros públicos para dirimir conflictos que afecten a la parte visible. Nuestros antepasados se sientan sobre un suelo limpio, comparten el humo y discuten las bitácoras de la embarcación visible. Mientras la marinería canta la existencia del día, cubre su mirada con las manos para distinguir el horizonte, las gaviotas rayan cielos ignotos, y el continente se mece como un niño despierto.

1 comentario:

  1. Anónimo7:00 p.m.

    Me parece exelente la prosa de este cuate llamado rodrigo, me gustaria seguir leyendolo ¿A donde acudo?
    Monica

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