Dos poemas de Rodrigo Verdugo Pizarro

Rodrigo Verdugo Pizarro Nace en Santiago de Chile El 9 de enero de 1977. Se inicio en el taller de Poesía "Isla Negra", dirigido por el poeta Edmundo Herrera, desde 1992 a 1996 en la SECH. Coeditor y articulista de la revista Derrame. Y miembro del Movimiento del mismo nombre. Subdirector de la Revista Rayentru. Su obra ha sido publicada en revistas y antologías chilenas y extranjeras, siendo traducida parcialmente al francés y Al polaco. En 2002 publico su primer libro: “Nudos Velados” Ed Derrame. Actualmente trabaja en dos libros inéditos:”Anuncio” y “Transmisión debajo de las piedras” y en un ensayo sobre la obra del poeta chileno Gustavo Ossorio.



PRIMER ANUNCIO

Nos descarna la noche y se nos pegan todos los vuelos
Las manos han quedado abiertas para demostrar que los vientos han errado
Oyes esa harapienta vibración, si es la nuestra y es mejor ignorarla
Somos borrosos para los dioses tanto como ellos lo son para nosotros
Vamos vestidos con agujas quemadas, agotamos el primer ojo
Para que guardar memoria
Si solo hay viento y agua operando en el brote de los seres inviolables
Las memorias alzaron la luz como limite primitivo
Habrán veces en que nos echen fuego o niebla encima para distinguirnos
De eso que hubo entre el cielo y la copa del derrumbe.
Nadie ha descubierto nuestra cofradía
Porque hablamos un idioma en clave
Entre la bruma accidentada y los lechos mancos
Llevamos atada a la espalda la quimera investida de cera.
Esta mañana se levanto el polvo, atisbo esa continuidad que se asoma al día
Un tiempo accesible del que se sale con pies de silbidos
Hacia las casas para entrar y salir de ellas
Golpear las puertas mientras abren y no es nadie
Mientras vuelven a golpear y de nuevo abren y de nuevo no es nadie
Pero alguien hace cálculos, sumas y restas con esos golpes y comprueba
Que el mensajero fue cubierto por constelaciones marinas y anillos venenosos
Y llama a las líneas a advertirQue las manos del cielo se basan en las retenciones
El con nosotros hace una sola cadena, esa sola cadena que hacemos
Con los ángeles que crecen hacia abajo en retribución a la madera
Con las animas genitales que marcan con oxido de zinc sus territorios en los
Muros de las cavernas, ahora son distintos los umbrales,
Como el agua que se desengañaUn renegado magnetismo nos enmascara,
Bañamos las armas en el leproso centelleo
El espacio que ocupamos dentro de la noche se vuelve niebla
Niebla que codicia la fragmentación del cuerpo.
Es mejor ignorar que nuestras raíces se abandonaron a cielos equivocados
Que al nacer interrumpimos a esas serpientes
Que son las herramientas de la tempestad
Es mejor no guardar memoria, todos vivieron bajo una lámpara culpable
Lo sumergible del mar primero fue hecho en el cielo
Miramos hacia atrás y vemos al fulgor derribar una hilera de días.
Es otra la mirada como la del hombre que se mira fijamente en la mujer
Y descubre que ha convivido con el relámpago que encamina a la sangre
Hacia un camino invisibleCon la clave que castiga las piedras
Para que la luz se quede a solas con la muerte
Descubre que ha agitado pájaros y espejos para que el infierno envejezca
Descubre que ha dejado cubierto de brisas
El árbol sexual que releva a la muerte
Descubre que dos temblores se quedaron para siempre frente a frente.

ENTRE LATITUDES

A Diana Camacho Briceño

Se saca el día la envoltura del espacio

Quedan encrucijadas, perfiles dibujados en las paredes

Tu y yo y nuestro préstamo de cenizas

Tu y yo que desentrañamos la noche.

Alguien hablaba de nacer o morir

Mientras dejábamos un solo murmullo en la formación de las agujas

Le dábamos su totalidad al ángel que se quemo los ojos con opio y con semen

Éramos los únicos que sabíamos que el centro de la tierra

Solo aparece al contacto de una boca.

A nuestro alrededor pasaban noches encargadas por las espinas

Se daban inagotables los remolinos convidados a los miembros

Una venganza de latidos aparentaban las olas.Ahora lo que guardo de ti es un soplo que sobrevive en las costas

Siempre advienes con eso que le rapta la noche a la sangre

Pero no es lo único

La voz del cielo pasa por ti y sin volverse mineral

Te deja caer para mis hilos mortales.

POEMA DE MIGUEL MOURIÑO


CABALLO DE ROBLE
Esta noche soy como un caballo hecho de roble

que relincha al son de los grillos

cabalgando el sendero del cielo estrellado

viendo crecer el moho entre mis cascos de madera


Soy como la crin de zacatillo

amarilla mazorca agito mi cola

como mechudo de trigo

entre miles de espigas ambarinas solares

agitadas por el viento de la noche

suave como los sueños que duermo

y que me desvelan dulcemente como tú....