Texto de Mónica Sánchez

Mónica Sanchéz Orozco nació en Sinaloa en los años sesenta y crecio en la ciudad de México. Estudio en la Escuela de Escritores de la SOGEM, escribe narrativa y deramaturgia. Su obra Los Angeles Rotos, ganó el premio teatro mexxicano 2002 que entrega la SOGEM, y se estreno en el teatro Coyoacan en septiembre del mismo año. Es tauro y le gustan los Leo, le gustaria compartir sus aficiones cinematograficas con seres afines y dulces, le guatan las gardenias en Mayo y los chuvis por la noche, nunca se desvela, no, ella mejor no duerme y asi evita el desvelón, su mejor día es el domingo, asi no se siente culpable de ser desempleada, es un día de asueto hasta para los desempleados, quiero decir, y el color de Clairol que le va mejor es el naranja ocre, asi cuando amanece el verdor de las ojeras convina en tonos otoñales con su color de pelo y, bueno, este personaje huido del serrallo patriarcal hace mas de veintitantos años, es aficionada devota y de bota de las botas contra ela gua marca PIM. Ademas, detractora denodada de la coherencia, le ha ganado alegatos hasta a los mas coherentes defensores del orden, el ornato y la onradez.


CUCHILLERO VELOZ ATACA A DESVELADO

Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí[1], a pesar de las más de trescientas cuchilladas recibidas por un asaltante que, creyéndolo muerto, lo abandonó a un lado del camino viejo a Xochimilco.
Los hechos ocurrieron alrededor de las dos de la madrugada, cuando el ahora mal herido dinosaurio regresaba de su trabajo en “El Ballenato”un tanga bar del rumbo, y fue acometido por un individuo que, con cuchillo taquero, intentó despojarlo de su quincena recién cobrada. Al encontrar resistencia por parte de su víctima, el malhechor le propinó primero una paliza y después trató de ultimarlo a cuchilladas, dejándolo inconsciente por mas de cuatro horas, hasta que un grupo de empleados municipales, lo reportó con las autoridades como un estorbo en el cumplimiento de sus labores matutinas de limpieza.
El dinosaurio fue trasladado por elementos de seguridad pública a la cruz roja de Milpa alta, donde convalece rodeado de familiares y grandes amigos.
“Nos dimos un susto hercúleo” (sic) declaró la madre del dinosaurio después de saber que su hijo se encontraba en recuperación, la operación que salvo su vida duró 132 horas y “Al principio pensamos que Dino había pasado a ser chuleta.” Su voz se quiebra en un gruñido amargo, hace un esfuerzo enorme para controlarse, pero finalmente la señora rompe en llanto y los afanadores intentan contener sus lagrimones con jergas, cobijas o lo que encuentren a mano.
Cada año, más de trescientos dinosaurios mueren debido a la violencia urbana: El gasto funerario que genera la cifra, ocasiona a las familias de los deudos compromisos financieros tan grandes que los obligan a emigrar al otro lado de la frontera.
Según estadísticas de la Secretaría de Seguridad Pública, de cada siete dinosaurios asaltados, uno sobrevive a las heridas profundas de sociópatas, homeópatas, y coleccionistas jurásicos, que lucran con sus vísceras en el Asia Menor.
Dino Garcianodonte pudo ser la victima numero 77, pues en lo que va del año, 38 dinosaurios han muerto de hipotermia intentando llegar al vecino país del norte, 22 de cuchillada taquera en Michoacán, y otros 16 por resfriados mal atendidos o insolación adquirida en la infancia. La Asociación de Padres Terodáctilo (APT), ha presentado una propuesta de ley ante la Cámara de Dinosaurios y exigen que se legisle al respecto. (Hilda Sauri, enviada especial)

[1] Augusto Monterroso

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