COMPAÑIA DE TEATRO DE LA CALLE


ENTREVISTA CON MOISÈS MIRANDA
por Miguel Mouriño

Es domingo, son las dos de la tarde, el cielo de Octubre está nublado. Nos sigue haciendo sombra el huracán que ha destruido amplias regiones de Chiapas y de Oaxaca.
La gente camina, charla, murmura, miran el cielo, hacen pronósticos. Que en quince minutos llueve; que no llueve hoy, que el viento se llevará las nubes; que si, hombre, que en media hora cae un chipi chipi y ya, no hay nada de preocuparse.
Pero Moisés Miranda, jóven actor mexicano, maestro de pantomima, escritor, “juglar del pueblo”, como se autodefine, no parece compartir esa anónima opinión; con el ceño fruncido, visiblemente preocupado por el cielo encapotado que presagia lluvia, solo atina a decir –Tengo que dar al menos, dos funciones; tengo que completar la raya de los albañiles que me construyen la escuela…- mientras con gesto adusto se cambia la ropa de calle por su atuendo de trabajo, que consta de un overol de mezclilla azul marino, una playera de rayas blancas y azules y un par de botas para montaña grises, ya desgastadas. Se maquilla de blanco la punta de la nariz, haciendo un gracioso bizco frente a un espejuelo de mano, mientras algunas personas, curiosas lo observan y alguno que otro pregunta a que hora comenzará la función. Sin dejar de mirarse en el espejo, Moisés contesta que en cinco minutos, -bueno, eso si Tlaloc nos deja- dice haciendo algunas muecas para calentar los músculos faciales, mientras se pone sombras y rimel en los ojos.
¿Qué escuela?-pregunto oficiosamente, mientras lo observo pararse de puntas y mover cuello y brazos circularmente para calentarse.
- La de artes populares ¿recuerdas?, en mi casa, arriba, son como setenta metros, voy a dar clases de teatro y danza, música, literatura, etc.., lo que se pueda..- contesta mirándome con expresión seria.
-Cuándo empiezas?
-Yo quiero ya, me gustaría mañana, pero falta todavía, si todo sale bien, será en Febrero, ando a todo vapor para acabar- dice mientras camina hacia el centro de un área rectangular, que su hermano Pedro trazo sobre los adoquines grises con un gis – quiero que toda la gente, que el pueblo, tenga la oportunidad de acceder al arte, el gobierno no tiene interés, la cultura no les importa por que despierta la conciencia entre la gente.
-Así es, comparto tu opinión y me parece muy interesante que un mexicano, actor, mimo, escritor, se preocupe y se comprometa con esa gran necesidad, que es sin duda la promoción de la cultura.
- Si, fíjate que yo empecé desde los 17 años a hacer teatro en la calle, allá en Chapultepec, en el bosque y desde entonces tenía la inquietud de promover la cultura y la conciencia; fíjate, 23 años de pantomima y de reflexión, ¡que rápido se pasa el tiempo!, ya voló… - dice mientras se pone en posición de firmes y levanta la cara al cielo, alza los brazos lateralmente y se para de puntas, para luego soltar un tremendo grito: ¡Primera llamada! ¡primeeeraaa!…-
-Já,já,já… te espanté…- ríe divertido del brinco que he dado.
-Que si no, ¡échate un gritito!..
- Es con el estómago ¿recuerdas?, desde adentro, así con fuerza…¡Segunda llamada, seguuundaaa!
El público se empieza a juntar, se forma un marco humano alrededor del artista, este grita la tercera llamada y luego hace calistenia en el suelo, haciendo complicadas contorsiones, que arrancan los primeros aplausos de la gente. El cielo truena, sobre Coyoacán, el tiempo apremia, la función ha comenzado…

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