PANDEMIA DESINFORMATIVA

El pasado 17 de agosto se publicó la siguiente información en el portal de la Agencia Judía de Noticias:

Decenas de rabinos sobrevolaron Israel rezando para ganarle a la gripe porcina

AJN.- Decenas de rabinos y místicos de la Cabalá tomaron los cielos de Israel para combatir el virus de la gripe porcina, según informaron medios locales.

Alrededor de 50 hombres “sagrados” de Israel desplegaron sus plegarias e hicieron sonar sus shofares (instrumento de ritual hebreo) en un avión que sobrevoló el país, con la esperanza de frenar la propagación del virus.

“El objetivo del vuelo fue frenar la pandemia para que la gente deje de morir a causa de ella”, cita el diario israelí Haaretz al rabino Yitzhak Batzri.

“Tenemos la certeza de que gracias a las plegarias, el peligro ya no está entre nosotros”, agregó el rabino.

Entretanto, el ministerio de Salud israelí confirmó que hay más de 2 mil casos de gripe porcina, y que 5 de ellos fueron fatales.

GL

Es de llamar la atención que desde su aparición en abril de 2009, los orígenes, destinos y (en ciertos casos) designios del mentado virus AH1N1 que –sin prestar atención a organismos nacionales e internacionales– han circulado en el imaginario colectivo, dejan de manifiesto una palpable discrepancia entre las metodologías mediante las cuales se ha llegado a conclusiones aceptadas (no todas aceptables) sobre las circunstancias propias del brote epidémico.

Por un lado, la información oficial ha dejado de manifiesto que, a raíz del brote de gripe aviar en países asiáticos, se contemplaba seriamente el escenario de una mutación en dicha cepa del virus de la influenza, que fuera transmisible al organismo humano, que éste se originaría en Asia a partir de organismos de aves, y que las probabilidades apuntarían a que ocurriera en época invernal. El hecho de que tal escenario se hubiera gestado y desarrollado en México, por medio de cerdos y en plena primavera, más que desacreditar a priori las previsiones contempladas, se ajusta elegantemente a la complejidad de la evolución de los organismos vivientes en un esquema de “transferencia horizontal de genes”, el cual, aventurándose más allá del esquema linear de transferencia genética planteado por Darwin, propone además un patrón de ramificación que toca a otras especies.

Por otro lado, a partir del anuncio del brote epidémico y las consecuentes medidas de contingencia impuestas por las autoridades (en primera instancia mexicanas), se desataron a su vez una serie de interpretaciones cuyo sustento no sólo ignoró los argumentos biológicos de la situación; en muchos de los casos incluso los desmintieron: Que si se trataba de una estrategia para afectar al gobierno capitalino, que si se trataba de distraer a la opinión pública en momentos de tensión electoral, que si era una cortina de humo para contener un levantamiento social; más tarde sería una conspiración de la industria farmacéutica para vender a las naciones la anhelada vacuna contra la influenza apocalíptica, y quizá la más original de todas: todo fue un gran simulacro entre gobiernos y organismos internacionales ante la inminencia de un ataque terrorista, bacteriológico o nuclear, en territorio norteamericano.

Vale la pena resaltar la concordancia entre la curva exponencial de los casos de contagio con el correspondiente espectro geográfico de la teoría de la conspiración: de lo local (disputa política por el Distrito Federal) a lo mundial: el gran simulacro de intrigas internacionales. Es indudable que un caso de tal índole conlleva una serie de intereses-beneficios, y que no sólo en México, sino seguramente en el resto de los países que actualmente afrontan el riesgo epidémico, los actores políticos habrán de lanzarse por el “bono popular”, mas no porque la pandemia haya sido concebida para tal fin, sino en gran medida gracias a la desinformación resultante de una cultura mediática que sistemáticamente menosprecia, y en algunos casos inclusive excluye, el vasto y enriquecedor universo de la divulgación científica.

Si esto fuera poco, y retomando el párrafo de inicio de estas líneas, la gran contradicción ahora apunta a Tierra Santa: hombres “sagrados” de Israel orando en las alturas por detener (por ende, reconocer) el peligro inherente a una clara evidencia –entre muchas más– que consolida la Teoría de la Evolución de las Especies, de Charles Darwin. Aparentemente, el virus AH1N1 no resultó un diseño divino bastante inteligente.

2009, año de Darwin.

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